sábado, 15 de noviembre de 2008

Las hermanas satánicas

El eje de la historia es el crimen que comete Silvina Vazquez al asesinar a su padre de 100 cuchilladas para “quitarle el demonio”.

La crónica comienza con una entrevista a Gabriela, la hermana de la asesina y luego prosigue con una introducción sobre cómo la hermana mató a su padre.

Las descripciones que hace el narrador son especificas y en muchas ocasiones se utilizan comparaciones para dar cuenta de los aspectos físicos de los personajes como por ejemplo cuando alude a la cicatriz de Gabriela diciendo: “como si las lágrimas al rodar hubiesen dejado un surco”.

La estructura se divide en cuatro partes:

Primero se hace una introducción.

En segundo lugar se habla de la madre biológica de Juan Carlos, el padre asesinado, y cuenta que su madre se embarazó de él debido a una violación y que al nacer la abuela lo crío como si fuese hijo suyo, mandando a su hija lejos del pequeño. Luego explica cómo fue creciendo hasta llegar a la adultez y cierra con un diálogo entre el cronista en su casa y Gabriela.

En tercer lugar, explica los hechos previos al asesinato y la conducta extraña de Silvina para terminar en la nostalgia y soledad de Gabriela debido a su encierro.
En cuarto lugar se relata como el Juan Carlos se entera por el novio de su madre que nació a causa de un aborto y es consolado por sus hijas hasta que Silvina ve su rostro desdibujado y lo cree la causa de los ruidos en la casa y del mal que allí habitaba, optando por matarlo.

Finalmente, el narrador sabe utilizar una historia para provocar en el lector interés y hace el texto dinámico, fácil de leer por sus divisiones y su linealidad en cada división.

En campaña con Duhalde y ortega

El espacio es el tren de la Esperanza que toman en 1999 el candidato a la presidencia, Duhalde, y el candidato a la vicepresidencia, Ortega, de ese entonces que va desde Jujuy a Buenos Aires parando en 111 pueblos.

El primer personaje que describe el cronista es el candidato a concejal Fidel castro, un personaje peronista que dice ser borracho y por lo mismo honesto. El cronista comienza preguntando quien es el hombre de dientes verdes como pastilla de menta, con lo cual, hace una comparación metafórica a la hora de describir al personaje.

El cronista aprovecha para mostrar a través del viaje, la situación que padecen los habitantes de cada pueblo mencionando que para atraer a los mismos deben llevar alimentos, mostrando así, que las necesidades más básicas no logran satisfacerse en esos lugares.

Toda la crónica gira en torno al viaje que hacen estos dos políticos para ganar votos únicamente y digo únicamente porque el narrador se encarga de aclarar que detrás de su campaña, de sus fotos y de sus palabras amigables, sólo se busca la detención del poder y no de ayudar a los pobres.

La estructura se divide en dos partes, primero se ve el recorrido en el tren haciendo hincapié en los habitantes de los pueblos visitados y en cómo los intereses de la concurrencia al tren están más enfocados a conseguir comida gratis que, como preferirían los políticos, por interés o adhesión al partido político de los candidatos.

La segunda parte está dirigida al dialogo de los políticos y más que crónica parece una entrevista en donde se conocen preguntas que le interesan más al programa de chimentos de turno que al noticiero.

Skinheads antifacistas: El lado rojo de la fuerza

El cronista habla por momentos en presente, creando un tiempo dinámico para el lector y se centra en el movimiento skinheads.

Sutilmente banaliza la pelea que tienen los skinheads neo-nazis en contra de travestis-lesbianas-homosexuales que transitan por el país con comentarios como: “guerra comprada en el mundo del juguete”.

Además porta un lenguaje informal que puede verse en expresiones como “tampoco la pavada” o cuando nombra a la cerveza como “birra”.

El cronista comienza el relato pero se detiene en explicar que significa ser un skinheads y de donde proviene el término, por lo tanto el texto parece cronológico pero luego se detiene en el origen del movimiento desviando al lector de los entrevistados.

En principio el cronista tiene una utilización de la historia muy diegética, es decir, mediada por el narrador, por lo tanto las palabras textuales de las personas que entrevista escasean. Sin embargo a medida que el relato transcurre la mimesis se muestra en escena y los entrevistados toman mayor protagonismo a través de diálogos y citas.

Algo similar ocurre con las descripciones ya que en primera instancia son muy lacónicas y el texto avanza tan rápido que no permite, en mi opinión, ser valorado, tornándose aburrido. No obstante a medida que avanza el relato acude un poco más a distintas operaciones retóricas para describir a los personajes y se detiene un poco más en describir como son.

Por otro lado explica como un sujeto termina transformándose en skinheads y menciona que una de las causas principales es de carácter político ya que en la segunda mitad de los sesenta, el skin se radicalizó a causa del punk, lo que provocó que algunos partidos de la extrema derecha europea reclutaran a estas tribus por reconocerlas violentas.

En los ochenta de Inglaterra los que reclutaron a estos jóvenes fueron los nacionalsocialistas y el pulso massmediático los terminó de construir. De esta forma se llega a los SHARP criollos que entrevista el cronista.

Los SHARP están representados por “el negro”, un Sharp morocho y laburador que se gana la vida haciendo maquetas de canchas de futbol para venderlas en internet. El negro proclama la no-agresión y como todo Sharp se declara anti-nazi.

La estructura de la crónica esta armada de modo tal que por momentos la presencia de los personajes de la historia se pierden y en otras renacen emitiendo comentarios breves. Además se avanza con la historia pero paralelo a ello se explica el origen de estas bandas.

Moko es otro personaje importante que cambia rotundamente de pensar ya que antes era neo-Nazi y en la entrevista se muestra alejado de esta ideología.

El alejamiento fue por una “evolución ideológica” pero el hecho de que se haya pasado al bando contrario se produjo por el asesinato de Ivan Kotelchuk que murió a causa del mejor amigo de Moko, el joven Pardal de ideología Nazi.

Finalmente termina haciendo una crítica a los racistas diciendo que más que malos son estúpidos y que de lo último nadie se salva y se justifica el puesto número 14 de prioridad que le adjudica este cronista a todos sus lectores ya que la lectura se hace densa.

Modesta proposición para impedir que los niños de los irlandeses pobres sean una carga para sus progenitores o para su país. (Swift)

En primera instancia, el ensayo parece dar una solución sería a un problema que aqueja, en este caso, a Irlanda. Es la pobreza de los pequeños de estratos sociales más bajos que para poder subsistir se ven obligados a salir a las calles en busca de alimento.

Es importante señalar que la mirada que plantea el autor comienza a imitar a las clases altas limitadas que sólo ven en la pobreza la molestia de tener que observarlas. De este modo, se visualiza una gran ironía a la hora de escribir y la misma se mantiene constante a lo largo del relato.

De esta manera, exagera la postura de las clases altas a tal punto de proponer comerse a los pequeños pobres al cumplir el año. Ironiza al límite y dice que al ser vendidos se hará un comercio favorable sobre todo en marzo ya que las sociedades católicas comen pescado durante la cuaresma y, al ser un alimento prolífico, la abundancia de embarazos en dicha época dará más nacimientos 9 meses después y de paso se deshacen de los papistas.

Luego sigue su planteo argumentando que trozado el niño sale más barato y qué ya tiene pensado el matadero para realizar esta masacre.

Además, dice no preocuparse por otro “estorbo” que aqueja a la sociedad: los jóvenes desnutridos. No se preocupa porque dice que “bien se sabe que día tras día agonizan, y se pudren debido al frio y al hambre y a la inmundicia y a los piojos, con toda la rapidez que pueda esperarse.”

Luego enumera de forma argumentativa los beneficios de implementar su proyecto en Irlanda y dice que este proyecto sólo quiere realizarlo en Irlanda para que sólo los irlandeses se queden con los beneficios que produce matar a los niños pobres. De golpe se visualiza un exacerbado e irrisorio patriotismo al punto de recordar a la época de la segunda guerra mundial.

Finalmente, menciona que él propone dicha masacre sólo por el bien público y no por intereses personales ya que su mujer ya no puede concebir como para ganar dinero con ello.

Sobre los caníbales (Michael Montaigne)

El ensayo empieza hablando del Rey Pirro. Cuenta cuando este llega a Italia, después de haber reconocido la organización del ejercito que los romanos enviaron contra él, declara que esos bárbaros de bárbaros no poseían nada. Con esto trata de decir que no hay que tener prejuicios ni analizar con el sentido común, sino que llegado al caso de tener que juzgar, debe hacerse mediante el uso de la razón.

Montaigne expresa la preocupación de sentir que los humanos tenemos más curiosidad que capacidad y que pese a nuestro afán de abarcarlo todo, la realidad es que no logramos abarcar nada.

Luego, el autor establece una similaridad entre la naturaleza y nosotros: lo impredecibles. Ello me permite pensar el vínculo que existe entre nuestro cuerpo y la naturaleza, cómo ambos estamos en movimiento pero no podemos asegurar que en algún momento estemos estáticos. Nos transformamos, cambiamos nuestro rumbo, pero nunca sabemos cuál es el último paso, ninguno de los dos tiene escrito su final.

Los humanos cambiamos de opinión constantemente. A lo largo de nuestras vidas, el pasado parece ser una novela distinta, un capítulo cerrado, pero que sin previo aviso puede abrirse nuevamente. Lo mismo ocurre con la naturaleza y en este caso, con mayor fuerza. Muchos científicos han tratado, sobre todo en la modernidad, de comprender el movimiento de la naturaleza con el afán de dominar sus leyes. Tal vez el error resida allí, donde el humano trata de abarcarlo todo, donde trata de encontrar leyes en lo impredecible.

Otro fragmento interesante es el siguiente: “lo que ocurre es que cada uno llama barbarie a lo que es ajeno a sus costumbres. Como no tenemos otro criterio para distinguir la verdad y la razón más que los ejemplos que observamos y las opiniones y costumbres del país en que vivimos, para nosotros allí se encuentra la religión perfecta, el gobierno perfecto y el más perfecto e insuperable uso de las cosas (…). Deberíamos llamar salvajes a las cosas que hemos alterado con nuestros artificios y apartado del orden común”.

Este fragmento podría utilizarse perfectamente para criticar el modelo desarrollista. En efecto, la civilización europea no es la perfección, sino que es otra forma existente de ser y no la etapa final de un proceso de civilización.

El término barbarie es una consecuencia de la falta de conocimiento que tenemos sobre otros pueblos, una manera de defenestrar cualquier costumbre que no coincida con la nuestra. Esta palabra que remite a lo salvaje, debería utilizarse más bien contra las cosas que hemos alterado con nuestros artificios, porque si utilizamos el termino barbarie para poder distinguir lo correcto de lo incorrecto, lo verdadero de lo falso, entonces deberíamos entender que la belleza se presenta en la naturaleza sin retoques, esa es la verdad, esa deberíamos mantener intacta y entender que lo falso son las cosas que hemos alterado con nuestros artificios.

Finalmente, describe un pueblo que practica el canibalismo y si bien no deja de reconocer para él la barbarie y lo terrible que supone comerse al enemigo, cree que es mejor comprender sus faltas y ver también las nuestras. Ya que es más bárbaro comerse al enemigo vivo que herirlo constantemente, “desgarrar por medio de suplicios y tormentos un cuerpo todavía lleno de vida, asarlo lentamente y echarlo luego a los perros o a los cerdos.” Esto último, hacen nuestros vecinos y conciudadanos y sin embargo nosotros seguimos pensando en la barbarie del otro.

El ensayo tiene un gran poder de persuasión mediante la argumentación, a tal punto que permite replantearnos y reflexionar sobre los términos que usamos para referirnos a la sociedad que desconocemos y la necesidad de ver las distintas culturas desde un lado más comprensivo que despectivo.

Ir volver/ de un adónde a un adónde (María Negroni)

María Negroni sabe sobre la inmigración y no tiene dudas a la hora de hacerlo notar. En este ensayo, la autora muestra las dificultades y experiencias por las que atraviesa un viajero y particularmente, por la experiencia que ella vivió.
Negroni cuenta que pasa de vivir en Buenos Aires a vivir en Manhattan, el lugar donde convive la pobreza y la riqueza a pocos centímetros de distancia, donde ella se veía reflejada, al sentir que sus calles pertenecían a una comunidad de seres errantes, fugaces e inseguros.

Lo interesante del ensayo reside en la posibilidad de forjar un futuro distinto en otro país donde las personas desconozcan su identidad y así poder “sacudirse las convenciones y códigos sociales”.

La autora, de algún modo muestra una contradicción a la hora de despojarse de su identidad ya que también, expresa su deseo por mantener en su lenguaje palabras porteñas, conservándolas casi como un tesoro.

Lo que nos deja este ensayo, es el beneficio de ser un viajero: poder fagocitar todas las culturas, llenarse de pensamientos nuevos, lograr ver las cosas de otro modo, saber que los estereotipos jamás son del todo ciertos y utilizar la distancia “como método para complejizar la mirada y reclamar, oblicuamente, una pertenencia”.

Coleccionista de arena (Ítalo Calvino)

“Los propios días, minuto por minuto, pensamiento por pensamiento, reducidos a colección: la vida triturada en un polvillo de corpúsculos: una vez más, la arena…”
Calvino, Ítalo; “Colección de arena”, Madrid, Siruela, 2001, P.18.

Podemos llevarnos ese pedacito que fue parte de nosotros, reducir esos momentos a pura materialidad, capturarlos como si con ello capturáramos la felicidad que nos otorgó en ese preciso instante, pero será sólo un objeto, después de verlo una y otra vez la colección sólo dejaría un silencio, un frasquito lleno de interrogantes, como los frasquitos de arena que menciona Calvino.

Colección de arena es un ensayo que da indicios de lo va a decir más tarde para mantenernos en un interrogante constante, ¿a qué quiere llegar con los frasquitos de arena? Aparentemente nos muestra qué implica coleccionar: adueñarnos de los sucesos que forman nuestra vida, para lograr hacer de ellos, nuestra vida ilustrada.

Bachilleratos populares (Reseña de mesa de Jornadas de la carrera)

Los bachilleratos populares son un proyecto, llevado a cabo, que tienen los estudiantes de la UBA, en el cual enseñan a los estudiantes que han abandonado el colegio secundario para que los mismos puedan finalizar sus estudios.

Las personas que se dirigen a los bachilleratos populares son de diferentes edades y los motivos por los cuales se anotan suelen ser el reconocimiento de un titulo secundario, la necesidad de aprender y buscar en los bachilleratos una oportunidad para abrirse camino en el campo laboral.

Cabe señalar que estos bachilleres toman en cuenta los saberes específicos que las personas anotadas han adquirido fuera del ámbito institucional, para poder integrar estos saberes a los que aprenderán durante la cursada y crear así una relación de intercambio.

Estos espacios surgen impulsados por las comunidades educativas -como profesores o alumnos a materias de recibirse- y son formas alternativas de educarse pero requieren de la acreditación de la nación por los 3 años que dura dicho bachiller.
Actualmente existen 16 bachilleratos en funcionamiento que trabajan en capital y en provincia ad- honorem y Macri los reconoció y los legalizó.

En cuanto a las técnicas del trabajo intelectual que aplican estos bachilleratos es importante señalar que los mismos no están interesados en que los alumnos aprueben y no tengan los conocimientos necesarios sino que, muy por el contrario enseñan, y esto quiere decir que los alumnos efectivamente aprenden, la comunicación, estructurando la materia en dos bloques: en primer lugar: la palabra, el sentido, el sujeto y el lenguaje y en segundo lugar trabajan la producción de subjetivaciones sociales, entre otras.

La idea de estos bloques es pensar como el estado pensó en formar consumidores de medios, reduciendo la comunicación a los medios. Pensar en cómo la experiencia de la comunicación quedó reducida al lenguaje llano. Por lo tanto, lo que estos espacios proponen es tener verdaderos sentidos de autonomía para que puedan proponer, elegir y participar cuestiones que aludan a lo político y no ser meros receptores que fagocitan lo primero que los medios le transmiten.

Lo cierto es que pese a la autonomía que pretenden proporcionar a los jóvenes y adultos que cursan el bachillerato, este espacio tiene una autonomía en tensión ya que está escindido del estado pero necesita de su aprobación y los que participan de este espacio dicen que ellos no se hacen cargo de lo que el estado no hace en su totalidad, enseñar, sino que construyen otro estado, un espacio distinto al que proporciona el estado para difundir ideas distintas que construyan y formen personas que piensen a la educación como algo más que los saberes que proporciona el secundario, un saber que piense la crisis de la educación desde lo político.

viernes, 12 de septiembre de 2008

La argentina crónica

Operación jaja

En esta crónica la periodista se dirige al estudio de televisión de canal 9 y entrevista a los miembros de la “clac” que son los reidores que utilizan en ciertos programas televisivos.
Los reidores son el pilar fundamental de la crónica, el eje de la historia. En cada uno de ellos se muestra una historia de pocas risas- como la de esperar eternamente un puesto en la tele- pero de mucha esperanza.
El espacio es el estudio de televisión y el tiempo se muestra cronologicamente, desde que entra al estudio y saluda a los guardias hasta que se despide.
Por lo general la autora describe a los personajes a través de comparaciones cómo por ejemplo: “Susana pazos es una rubia de salón de belleza, con piernas de jirafa y nariz finita como la punta de un lápiz recién afilado”.

“Nos reímos para ridiculizar a la vida. Para que la tragedia sea comedia” esto es lo que dice un reidor y eso deja en quienes leen la crónica. Ellos ríen, a veces no es chistoso, a veces ni lo escuchan, pero ellos ríen. Tal vez así deba ser la vida, un chiste y no un velorio.
No obstante, existe un momento interesante en la crónica cuando se comenta que quisieron poner risas grabadas en vez de hacerlas en vivo. Esto muestra como hasta la risa- algo que debería surgir de la espontaneidad del momento- es utilizada como fuente de trabajo y explotación de su reproducción misma.
Por eso la crónica ronda en una paradoja constante: la de saber que reír hace bien y la de explotar ese recurso como fuente de trabajo para que termine cansando y termine haciendo mal.

Un día en la vida de pepita la pistolera

La forma de escribir del cronista parece no dar pausa. A la hora de contar, una historia atrás de la otra va dando forma al entrevistado, explicando a la vez, cómo consiguió Pepita ser quien es.
Pepita fue acusada de asesinar a José Luis Cabezas, sin embargo, por falta de pruebas fue liberada.
Ella tuvo una infancia de peleas callejeras y robos, los cuales forjaron su personalidad. Dicha personalidad se muestra constantemente en la crónica. Todos sus amoríos denotan a una persona falta de cariño y el hombre que visita a la cárcel demuestra que ella prefiere no ser elogiada todo el tiempo, porque ella misma sabe su valor y hasta donde llega su dignidad.
La crónica se basa en lo que dice la protagonista, el relato va y viene según lo que ella quiera contar y la imagen del cronista siempre está muy presente.


El caso Poblete. La fuerza del cariño


En esta crónica el relato es unilineal y cronológico. Los sucesos se explican paso a paso hasta llegar a la reaparición de una nieta que no puede dejar de querer al padre militar que la secuestró de su madre biológica mientras que trata de querer a sus familiares de sangre.
En esta crónica se ve la lucha constante de un militante chileno que hace hasta lo imposible por la igualdad, debiendo inmigrar a la argentina y conociendo así a la mujer que le daría la alegría de tener una hija.
Sin embargo la alegría dura poco porque en esa época las calles estaban atestadas de militares y policías corruptos que se llevaban a todos los insurrectos y sobre todo a las embarazadas para torturarlas y sacarles a sus hijos. En ese contexto nace la pequeña y la verdad y la justicia llegan tarde y con ellas la posibilidad de crecer junto a su verdadera familia.
Esta historia se enriquece mucho con el contexto, se podría decir que acompaña al pilar fundamental que es la inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida ya que constantemente los aspectos políticos de argentina sirven para justificar las acciones de los personajes y para entender un poco más la necesidad de cambiar esa realidad.

lunes, 8 de septiembre de 2008

70 años de historia

A sus 70 años promete ayudarme a desentrañar la compleja historia de su vida, ella siempre me pidió como favor que algún día la escribiera y que repartiéramos las ganancias, porque mi abuela hasta el día de hoy cree que la vida es un negocio en donde se hacen contratos buenos y contratos malos. Su vida, la que no siempre fue color de rosa por no decir que el negro predominó constantemente, tiene un poco de eso.

En el año 1949 Teresa Jesús Rojas estaba en cuarto grado y tenía sueños de convertirse en superstar. Bueno en realidad no, se conformaba con ser modelista. Algunas personas sueñan con comprarse una estrella o ganar la lotería, mientras que ella sólo quería ser como María, la de la novela. Unos pocos dicen que fue sólo una historia inventada y otros se atreven a decir que fue un hecho verídico. Simplemente María cuenta la historia de una mujer muy pobre que mediante el esfuerzo logró ser costurera y debido a su talento fue reconocida como una gran modelista, lo que con el tiempo y el prestigio la consagró como diseñadora reconocida a nivel internacional dueña de una casa de moda a la cual tituló, Simplemente María.

-Al pasar los años estos deseos por mejorar tomaban forma e incluso a mis treinta y algo con mi hermana María Antonia pasábamos noches en vela arreglando vestidos y pensando en un nombre para nuestra posible casa de moda. En ese momento se nos había ocurrido “Maite” por María y Teresa. Recuerdo que cuando estábamos en Chile pensábamos en eso. Hoy me pregunto cómo soñé algo que no pude cumplir, cómo no luché para lograrlo. Se me acabó el tiempo para decir puedo hacerlo. Antes Soñaba con viajar a Estados unidos y conocer Florida o los Ángeles y hoy ya no lo sueño tanto porque le tengo miedo a los aviones. A veces pienso que me faltó escuela, que me faltaron años, la vida es una maratonista profesional y yo a mis 70 tengo una rodilla jodida y si no hay humedad camino bien, pero no puedo pedir más… no entiendo en que fallé.
Sé que otro sueño me desvió de ese camino, lamentablemente las mujeres también somos de carne y hueso y yo añoraba a mi llanero solitario. Esos hombres que aparecían con sus vaqueros gastados, campera de jeans y un sombrero marrón. Ahora que lo pienso, si bien lo conseguí, a mi llanero le faltaba el sombrero y de solitario poco tenía, porque vivía rodeado de mujeres pulposas dueñas del son, que lo invitaban a bambolearse entre las pistas de algún “boliche” como le dicen ahora, pero eso te lo cuento después, mejor vayamos a comer ¿querés un caldo?

-Y si no hay otra cosa. Le contesto mirándola reír, como si estuviese recordando algo más.

Yendo un poco a su infancia, cuando tenía sólo un par de añitos, vivía en el campo. Podría decir que era una hermosa pradera, pero la realidad era que vivía humildemente y la humildad no proviene del que todo lo tiene.

- Mi casa, con 7 hermanos, no podía parecerse más a un chiquero. Claro que también tuve momentos de felicidad en ese campo ubicado en Combarbalá. Al costado de un canal, donde la tierra se parece a la greda, jugaba a fabricarme unos zapatos de barro, daba un paso, daba dos... y el molde se rompía entre mis pies. Además, cuando llovía nos apretábamos todos en la casa cantando canciones como “arroz con leche”. De esa forma pasaba gran parte de mis tardes, aunque no era lo único que hacía.

-Lo recuerdo y me da entre nostalgia y vergüenza, ¡Dios mío! Perdía mi tiempo armando casitas de piedra con un piso de greda al cual mojaba constantemente para que no perdiera su brillo, como los pisos que mi mamá lustraba en la casa de su patrona, los que no teníamos en la nuestra.

La vida en el campo era difícil, Teresa tenía 7 hermanos y Manuela rojas, su madre que en paz descanse, no tenía marido. Por eso los dejaba al cuidado de las hijas mayores, Ana y Rosa, mientras Manuela caminaba cuatro kilómetros para llegar a su trabajo, ganando un salario insuficiente para todas las bocas que debía alimentar.

-Yo siempre supe que crecería rápido, que los juegos no podían durar por mucho tiempo. por eso trabajé desde muy pequeña, si mal no recuerdo tenía 14 años recién cumplidos cuando comencé a trabajar en una casa como cocinera, pero lo que más me molestaba era ver el esfuerzo que hacíamos mi mamá, mi hermano Juan y yo para después encontrarnos con la sorpresita de que Ana y Rosa estaban embarazadas. Me moría de rabia de sólo pensar que andaban pariendo sin casarse, dando a luz a nuevos niños pobres, sin proyectos a futuro, perjudicando nuestra economía que bastante maltrecha estaba en ese momento y como nunca fui de quedarme callada, discutí con mi mamá más de una vez por esa causa. No hacía más que recordarle que con mi trabajo se mantenían niños que yo no había parido y que por culpa de ellas no progresábamos. La pobre vieja no toleraba escucharme todos los días con la misma cancioneta una y otra vez hasta el punto de revolearme una cuchara que todavía puedo ver a través de la cicatriz que dejó en mi rodilla.


* * *

Cuando Teresa estaba a meses de cumplir 15 años, o más precisamente el 24 de septiembre de 1954, su madre decidió que lo mejor era mudarse a Santiago. Juan, su hermano mayor de 24 años, se había ido dos años antes y había conseguido trabajo en los minerales “El teniente”. Su hermano les ofrecía la posibilidad de dirigirse a Santiago, donde prometía darles un futuro mejor.

Para la familia Rojas, irse del campo fue un dolor muy grande, en el campo de todo se hace un juguete: las piedras para hacer corralitos o casitas -que luego derrumbaban simulando una tragedia- los zapatos, las ollas y los platos de barro, todo simple, todo gratis. La libertad les emanaba y vivían en “la tierra sin reloj”. La ciudad no les prometía nada parecido, más esperanzas sí y menos juegos también. Será por eso que Teresa reflexiona en voz alta y dice: "En una ciudad uno no es libre, tiene que estar pendiente de las inseguridades que hay en la calle".

Sin embargo, supo salir airosa de semejante cambio, de hecho de algún modo ese cambio iba más acorde con sus planes a futuro, porque lo cierto es que de joven nunca quiso ser una simple ama de casa -lo que vendría a hacer la máxima aspiración de una mujer del campo- con lo cual la ciudad -aún con el machismo de ese tiempo- le permitía forjar un camino distinto.

-A los 15 años, después de trabajar en una casa, llegaba a la mía y me ponía a hacer unos moldes, sentándome en el suelo y apoyando cartones en una silla comenzaba mis tareas del curso vocacional al cual me había anotado. De a poquito fui aprendiendo ya que me enseñaban muchas cosas, entre ellas economía y confección, y gracias a este curso emprendí mi oficio de modelista logrando trabajar en un taller de alta costura llamado Olga de la barra. Ahí aprendí a trabajar la prenda fina, por eso pude ser una buena modelista y tener a cargo todo un taller, porque aprendí a hacer las terminaciones de una prenda, Ya que por lo general una aprende moldería pero no costura y por eso cuesta encontrar a buenos jefes de taller.

Ella reconoce que sus deseos por estudiar confección fueron alentados por ciertos sucesos que ocurrieron en su vida. Por ejemplo, el más significativo de todos fue cuando su padre -al que veía sólo de vez en cuando- se enfermó y por sus ganas de ir a visitarlo “bien vestida” le pidió a una modista un “vestido de plato”, como los que usaban las mujeres ricachonas de la época. No obstante, la modista confeccionó una pollera compuesta de retazos de una tela turquesa, es decir, le hizo cualquier cosa menos el bendito vestido que le pidió y al ver esa pollera entendió que tenía que aprender a coser para hacer sus propios vestidos.
* * *

Hasta ese momento todo parecía ir viento en popa, todo excepto el amor. Teresa tenía un enamorado a sus espaldas, se llamaba Guillermo y compartían el lugar de origen ya que él también había nacido en Combarbalá. Sin embargo, eso no era amor, él se fue a vivir al norte porque trabajaba de técnico de rayos x para las radiografías de los médicos, lo que vendría a ser un técnico en radiología, la cuestión es que lo derivaron al norte, pero antes de irse, Guillermo fue a la casa de Teresa y habló con el hermano mayor Juan para pedir la mano de ella y aunque se fue lejos seguía asegurándole amor eterno y a la distancia.

- o sea, ¿un amor horriblemente aburrido? Le digo orientando la respuesta al mirar su desgano al contarme.
-exacto, pero entre nosotras igual le acepté la propuesta (me lo dice esbozando una sonrisa picara mientras enciende la hornalla de la cocina) y aunque me mandaba encomiendas con chicles y demás cosas importadas de Estados unidos, yo no lo quería demasiado pero en mi casa lo adoraban, porque era un buen hombre.

Y acá es donde les cuenta de Samuel, su llanero solitario. Mi abuelo fue un amor fulminante para ella, para él, según ella, quizá no.

-yo siempre fui media feíta, prácticamente tenía una sola ceja y para colmo ancha, además, era pobre, parecía una india, así me decía Ema, la loca de mi suegra, aunque mi suegro decía que era una morocha inteligente y de buenas piernas… ahora le diría no tan buenas, porque la rodilla la tengo media mala… el tema es que cuando lo conocí a Samuel, fue amor a primera vista, me gustaron sus ojos verde azulados, el pelo castaño claro, la altura, como hablaba y en ese tiempo además recitaba poesías, se parecía al llanero solitario, con sus botas, vaquero gastado y campera de jeans . En ese tiempo así se vestían los jóvenes.

Lo conoció en la parada del colectivo, un día de lluvia en el que no llevaba paraguas, entonces Samuel como todo gentleman le ofreció el suyo y la acompañó hasta su casa. Tuvieron una interesante charla de una hora, donde el llanero la hizo olvidar de su destino y la llevó a caminar por el barrio contándole su vida y escuchando la de ella. En ese tiempo la abuela estaba de novia a la distancia, pero poco se acordó de su coterráneo, sobre todo cuando el abuelo le estampó un beso apasionado bajo la lluvia, transformando un día de invierno en pura primavera.
El tiempo pasó y en nueve meses el compromiso llegó. Se casaron en 1962 de forma modesta, tan modesta que en secreto Samuel me cuenta que las gallinas se subían a los centros de mesa y de ratos las sacaban para comer en paz. Hay un detalle más importante y anterior, en el civil la abuela advirtió la primera mentirita blanca del llanero: tenía 19 años recién cumplidos, no 22, y necesitaba permiso de los padres para casarse. Teresa -que ya tenía 22- lo miró desorbitada, enojada y llena de rabia, pero no lo suficiente para desistir del matrimonio.

-Cómo podía creer que tenía menos edad que yo si el viejo se las sabía todas y yo no.

Me lo dice por las fiestas a las que “el viejo” asistía constantemente y por su verborragia infinita, casi agotadora.

A los meses se embarazó de Oscar y comenzó con las primeras, de las interminables, crisis matrimoniales, el llanero no toleraba el encierro y durante el embarazo salía con mayor frecuencia por las noches, "porque a las mujeres embarazadas no se las puede tocar" me dice ella, como justificando una conducta que no menciona, pero que da a entender a la perfección.

-más de una vez lo seguí para ver si acaso no me estaba engañando pero nunca lo pude agarrar con las manos en la masa, igualmente algo hacía, porque por algo me pedía que lo perdonara cuando yo le tiraba su valijita a la calle.

Con los años se embarazó de Marlene y fue la misma historia.

-yo estaba tan enamorada del viejo que no me lo podía sacar de encima, incluso cuando estábamos mal y me lo cruce a Guillermo de casualidad, jamás pude pensar en otro hombre que no fuera tu abuelo porque siempre volvía prometiéndome el “nunca más lo voy hacer” y yo como una sonsa lo perdonaba.

* * *

1964 Se empezaba a visualizar un futuro diferente porque se acercaban las elecciones y el crecimiento del candidato socialista Salvador Allende, pero gracias a las iniciativas de Estados unidos con la alianza para el progreso, las ideas socialistas se apaciguaron por un tiempo, dando lugar a la presidencia de Eduardo Frei Montalva adherido al partido en auge del momento, el demócrata cristiano, con el que Samuel estaba de acuerdo, porque según él era un partido neutro, que no estaba ni a favor del comunismo -por sus malas políticas agropecuarias, como tomar los terrenos de los latifundistas sin trabajarlos- ni a favor de la derecha, "porque no podía ser de derecha si era hijo de una empleada domestica" .

Sin embargo, la presidencia de Frei no fue la más prospera, dando lugar y fuerza en 1970 al primer presidente socialista en Chile, Salvador Allende. Este presidente, al implementar mayor distribución del ingreso lograba que Teresa y su hermana más apegada, María Antonia, estuvieran felices de volver al hogar con más alimentos. Sin embargo, esta situación sólo se sostuvo los primeros 2 años de gobierno, porque la clase alta y algunos sectores anticomunistas no estaban de acuerdo con las políticas implementadas y la oposición fue tal que cuando la situación económica empeoró aún más en 1973, las huelgas y la violencia llevaron al país a una gran inestabilidad política. Esta crisis se agravó por la participación de Estados Unidos, que colaboró activamente con la intención de desgastar al régimen de Allende. El 11 de septiembre de 1973 los militares tomaron el poder mediante un golpe de Estado, lo que hizo de Chile un lugar muy inseguro.

Samuel, el llanero solitario de mi abuela, actual hombre de 67 años, de voz gruesa e imponente, me asegura que los militares se equivocaron en hacer caer a inocentes y culpables.

-¿y quiénes eran los culpables? le pregunto sin poder entender si la distinción la hace acaso para indicar que algunos merecían morir mientras que otros no, o si es para adjudicar culpas y ya.

-los que no se quedaron en el molde, sino que salían a atacar en grupos a cuarteles de carabineros, a atacar puestos de los militares, a atacarlos en las noches… ¿cuando iban a poder ellos acabar contra las armas de los militares? imagínate vos. Porque si eso se hubiera terminado hubiesen terminado las muertes, no hubiese muerto tanto inocente.

-Entonces ¿cuál era el culpable? ¿El que se quejaba de la represión?
Elevando el tono de voz me dice "Es que no había represión mi amor, si vos estabas en tu casa, si no andabas tarde en la calle para qué, si ya te habían dicho que mientras no se limpiase el país- de comunistas- mientras no se blanquearan todas las instituciones, mientras no estuviese el país en orden, iba a haber una restricción de horario- en su momento crítico a las 3 de la tarde- y nada te iba pasar si estabas donde los militares te decían".

Lo escucho y no lo creo, Samuel es el claro ejemplo de gran parte de la sociedad burguesa chilena, muchos en la actualidad, y lo más impresionante es que son de clase media-baja, aseguran que los militares pusieron orden a la ola de comunismo que vivía Chile, que sólo pagaban los “revoltosos” -cuando en realidad bastaba acusar al vecino de subversivo, sin ningún fundamento, para mandarlo a matar- que Pinochet pese a ser un “guaso que no sabía hablar” dio a conocer el país, sin mencionar a qué precio, que mediante la construcción dio trabajo a mucha gente y casa también –lo cual es cierto- acabando con la toma de casas. Pero el cuento viene a ser el mismo, todo eso si no eras comunista, porque si no, acá tenemos un revolver, listo para vos y de libertad de expresión ni hablar, las mujeres con pollera y los hombres rapados, esa era la ley que imponía todo soldado raso que se paseaban con la TIFA –identificación de Defensa Nacional- para imponer su voluntad “por la razón o la fuerza”, actual lema nacional adherido en cada moneda chilena.

Samuel sostiene una teoría firmemente, los militares se vengaron del maltrato de la sociedad, antes ellos eran considerados “seres de tercera clase” algo peor que el riachuelo la matanza. Los hijos de militares sufrían constantes agresiones, verbales y físicas.

-El milico -me lo dice casi susurrando- era como el policía de la provincia de Buenos Aires, que anda así con unos bototos ¿me entendes?, con unos pantalones llenos de cebo, ¿me entendes?, entonces era así… como ver un policía de la provincia de Buenos Aires: mal armado, mal vestido, ¿entendes? ¡Era todo un desastre, nadie los quería! Después del 73`, cuando llegan al poder, pasaron a ser los grandes señores y de ahí se vengaron de todo el mundo que los había maltratado, que los habían tratado como seres de tercera clase. A cuantos hijos de militares les decían “sal de aquí si tú eres hijo de un milico pata hedionda” o en su defecto le pegaban.

Teresa me lo cuenta de otro modo: "Después de la caída de Allende se vivía una situación muy difícil, de mucha presión y mucho miedo, había mucha inseguridad por lo político y teníamos la sensación de estar prisioneros porque andaban soldados con tanques de guerra por las calles. Estuvieron más de un año todos los militares armados en cada esquina. Uno a las 3 de la tarde tenía que estar en su casa porque empezaba el toque de queda y si estabas afuera eras presa fácil de cualquier militar. Por ese motivo pasando por dos años de difícil situación de guerrillas, inmigré yo primero a Buenos Aires por medio de una amiga con dinero que había aquí en Argentina que se llamaba Nelly Shuartz y me dijo: puedes venir, tú tienes un oficio, puedes hacer algo. Ella me presentó gente para que empezara a coser y después me presentó a una empresa para que yo entrara como modelista".

Nelly Shuartz le dio la oportunidad, pero la salud de Teresa se la privó. Ella tenía cerca de 37 años cuando inmigraba y sin saberlo se encontraba anémica. La realidad en el mundo de trabajo es conocida: nada de enfermos, ni embarazadas. Pero el jefe no lo supo de inmediato, primero la hizo trabajar en el encimado, es decir, tenía la función de acarrear telas de un lado a otro. A las dos semanas la puso a prueba en una maquina y debido a su rapidez en tres semanas le ofrecieron el puesto de ayudante con pago en blanco. Llevaron los análisis y al otro día Teresa llegó al trabajo y se encontró con el jefe en la puerta: “vos no pasas, estás despedida”. Llorando le preguntó por qué, él no le contestó y el mundo de Teresa comenzaba a derrumbarse. No le pagaban mucho, pero el llanero no siempre vendía y cuando lo hacía eso se perdía en fiestas y vinos. Teresa era el sustento del hogar y los chicos habían llegado hace poco.

Como Teresa había sido recomendada, pidió explicaciones a su amiga, la misma le explicó que estaba enferma y la acompañó al médico, aplicó el tratamiento indicado y mientras se curaba consiguió trabajo con el italiano Sarago, al que poco le importaba su estado de salud, siempre y cuando cumpliese con su trabajo.

Esta inmigración implicó un cambio de cultura y un esfuerzo sin precedentes en la vida de esta familia. A simple vista, atravesar los Andes en bus implica sólo 16 horas de viaje, en donde el camino no da más sustos después de pasar “el caracol”, una ruta empinada y en constante curva, lo que hace de los vómitos y la otitis síntomas comunes para cualquier principiante en tema de viajes.
La realidad para mi abuela se mostraba menos reduccionista. Un cambio de país no es sólo un cambio de territorio, es un cambio de cultura, de forma de vida. Al principio sentía mucho miedo de conocer otro país, otra gente, pero poco a poco se fue acostumbrando, entonces tomó la decisión de traer a sus hijos a la Argentina alojándose en un hotel de familia por dos años y luego de ello logrando instalarse en una casa.

El arraigo que tenía con el campo era mucho mayor que el arraigo que tenía con su país en sí, porque con el tiempo llego a adoptar a la Argentina como su país, pese a las discriminaciones que padeció, ya que en ese tiempo Pinochet y Videla, dos dictadores poco conciliadores como ya se vio, continuaban con el conflicto que data de la interpretación del Tratado de 1881 respecto de las islas Picton, Nueva y Lennox, más conocido como el conflicto por el Canal de Beagle. Durante la dictadura de Videla los militares no sólo creaban desaparecidos nacionales sino también “indocumentados” chilenos que alojaban en hoteles. Por suerte, Teresa ya había logrado instalarse en una casa gracias a que el jefe que tenía en ese momento le sirvió de garante, sin embargo, no pudo eludir la discriminación en el trabajo.

-En el trabajo también hubo discriminación, bueno yo tenía un puesto de modelista y tenía a cargo muchas costureras que estaban todo el día hablando: “chilenos muertos de hambre” “a estos chilenos hay que echarlos” “no tienen por qué venir a nuestro país”… eso era de todos los días y bueno yo me sentía muy mal, me sentía como acorralada y nunca le contesté a nadie… Pero se enteró el jefe máximo de la empresa, el cual despidió a dos personas que me habían prácticamente agredido verbalmente. Una me había dicho: “vos no tenes por qué estar acá porque sos chilena, nosotros somos los argentinos y merecemos estar en el puesto tuyo”… Yo le dije bueno, sentate en mi silla y yo me siento en tu maquina, a ver quién produce más. Yo no estoy porque soy chilena, yo estoy porque produzco, produzco para que ustedes trabajen. Entonces nos fuimos de boca las dos y se metió otra y vino el jefe y dijo no… la señora se queda y ustedes se van. Yo como argentino no puedo permitir que se discrimine a una persona porque ella no tiene culpa de los conflictos que atraviesa nuestro país con Chile, ella no es culpable y a ella la necesitamos mucho. Y me quedé yo y se fueron ellas, pero yo todos los días tenía miedo de salir del trabajo, porque podían estar esperándome. Siempre salía con unas compañeras que me querían, una se llamaba Elvira que era de Jujuy y me acompañaba siempre a la parada junto con otra chica que la verdad ni me acuerdo del nombre.

Marlene nos cuenta una infidencia: "Mi mamá podía elegir entre inmigrar a Italia o inmigrar a Estados Unidos, su país favorito por excelencia. Ella podía viajar primero de la mano de Sarago, un jefe que la apreciaba muchísimo y después llevarnos a nosotros, pero mi viejo se opuso, él no quería que ella se fuera tan lejos, porque él trabajaba como vendedor de publicidad y no le convenía tratar de vender algo en Italia y con la posibilidad de ir a Estados unidos fue lo mismo, además de que tenía que volver a separarse de nosotros y no tenía con quién dejarnos. Por eso mi mamá terminó quedándose, para llevarle el amén al viejo".

Por otro lado Teresa adoptaba a la Argentina como su país.
-Entre todos los viajes que hice de Santiago a Buenos Aires y viceversa yo sentía que era de Buenos Aires porque cuando iba a Chile yo me sentía extraña y presionada y llegaba a este país y me sentía libre, contenta, era como que siempre hubiese vivido acá o sea yo lo adopté como mi país. Por eso nunca extrañé Chile, siempre lo defendí a este país porque para mí es mi país, -enfatiza la palabra mi como si realmente le perteneciera- es mi tierra porque este país me dio la felicidad, el trabajo, respeto, poder criar a mis hijos, tener nietos, y por eso estoy muy agradecida y en realidad nunca he sentido pena de estar aquí y no estar en Chile, siempre he sentido pena de estar en Chile y no en Argentina.

-O sea, ¿podrías decir que como viajera encontraste tu lugar?

-si… antes no sabía, aunque a veces siento que no tengo un país fijo porque cuando voy a Chile me dicen: “uste´ es Argentina” y cuando estoy en Argentina me dicen: “¿usted es chilena?”... por mi tono de voz y el acento, pero yo creo que soy un 49% de Chile y un 51% de Argentina, porque en Chile tengo a todos mis hermanos y en Argentina a mis hijos y mis nietos. La vida en Chile no me atrae.

En resumen: A ella no le faltó escuela, no le faltaron años y tampoco falló, sólo se enamoró y según muchos del incorrecto, pero ella lo ama, se queja todo el día pero lo ama. Pudo salir de la pobreza, pudo ejercer un oficio, pudo criar a sus hijos y toleró momentos de tristeza y cambio, pero como ella dice: "yo estaba tan enamorada del viejo que no me lo podía sacar de encima". y Marlene asegura "la única forma de soportarlo a él, es amándolo".

domingo, 31 de agosto de 2008

C a m b i o s

Aparentemente en una estación central pueden suceder más cosas de las que uno imagina. Tal es el caso de la estación central de Brasil, o más bien, lo que muestra la película que alude ella.

Dicen que cuando tenemos hijos estos nos cambian a nosotros. Bueno, en el caso de la protagonista del filme, no hizo falta tener uno para atravesar un cambio, pero si necesitó cuidar accidentalmente a uno para ser otra persona.

Isadora, era una profesora jubilada que se ganaba unos reales escribiendo cartas en la estación central para las personas analfabetas que buscaban comunicarse por correo con algún ser querido, o no. El punto es que su vida se basaba en juzgar a las personas y en decidir si las cartas llegarían a destino o si serían echadas al tacho de basura.

Como ya se visualiza, era una mujer sola, llena de impulsos negativos que se mantenían firmes hasta la aparición del pequeño Josué.

Los Valores morales y la sutileza cuando se habla con un pequeño, suelen ser fundamentales a la hora de determinar la bondad Y la relación que posee un ser humano con los otros. En este caso, Dora parecía no tener ni lo uno ni lo otro, y en esto me detengo.

Quizá la soledad a la que estaba acostumbrada sólo le permitía pensar en el prójimo como se piensa a un objeto. O tal vez, su falta de cariño en la infancia logró convertirla en una vieja amargada.

Ilusionar a las personas con llevar una carta a destino, no enviar la carta que pide un niño para encontrar a su padre sabiendo que su madre ha muerto y está solo, mentir constantemente para justificar sus malas acciones, vender a un niño desprotegido para comprarse un televisor Y robar comida de un almacén y negarlo. Todas esas cosas no se hacen, pero cuando sólo se cuida la sombra que uno produce y el aire que uno respira, es probable que si se tienen estas costumbres la posibilidad de cambiarlas sea escasa.

Para la suerte de Isadora, el pequeño llegó inesperadamente y cambió sus costumbres o al menos hizo que sintiera culpa de hacerlas, obligándola a revertirlas, incluso poniendo en riesgo su vida (como cuando va a buscar al chico y lo lleva a conocer a su padre).

De este modo, es indudable que la presencia de un niño, sea o no de uno, modifica nuestra forma de pensar y nos obliga a meditar sobre nuestras acciones, porque indefectiblemente modifican las del otro, hasta la sensación de creer que lo más conveniente - como en este caso- es dejarlo junto a su familia, aún logrando cambiar gracias a él y llegando a quererlo.

domingo, 6 de julio de 2008

Maldito Beto


El miedo que sentí en ese momento llegó a paralizarme, y ahora sólo me duele la rodilla. Mamá me dijo que nadie me manda a jugar con Beto, pero yo no sabía que era malo.

Ayer fui a la casa de Nico, que vive a unas cinco cuadras de mi casa, y nos pusimos a jugar a la “casita robada”. La verdad es que me aburría de ganarle, entonces fui a jugar con su perro. Es negro, de mucho pelo y casi ni se le ven los ojos. Sinceramente no sé qué raza es y ahora menos me importa.

Lo único que hice fue acercarle el plato al hocico y en dos segundos mi rodilla estaba en su colmillo derecho. Fue rápido, tanto, que una vez que me mordió, terminó de comer y se fue a la cucha.

Susana, la mamá de Nicolas, se había ido a barrer el quincho y cuando volvió, me vio: parada, al lado de la puerta principal, con la rodilla sangrando y la cara hinchada de tanto contener el llanto. Me llevó a mi casa, llamó al pediatra y le aviso a mi mamá que su mugroso Beto me dejo un agujero en la pierna.

Mamá no pudo dejar el trabajo así que estuve esperando al pediatra con Susana, hasta que llegó mi tía Antonia. La doctora le dijo que si no me sentía bien podía faltar dos días al colegio y de paso le preguntó a Susana si el perro estaba vacunado. Menos mal que sí, porque Nico me dijo que me podía salir espuma por la boca y yo ya estaba midiendo el tiempo que pensaba usar para contarles a mis amigas que la espuma no era lo que llaman rabia, sino una pasta dental de Floricienta vencida.

Como no tenía ganas de hacer la tarea, hoy falté al colegio. Estoy media aburrida porque todavía falta para ver Patito feo y ya vestí a todas mis barbies.

-Vicky, teléfono, tu mamá…

-hola mami

-hola Vicky, ¿como está tu rodilla?

- me duele mucho, el perro de Nico me mordió re fuerte, casi me rompe la rodilla porque me empezó a salir mucha sangre, ¡como trescientos litros de sangre!

- Bueno eso te pasa por jugar con lo que no debes. ¿Tu padre está por ahí?

-no, todavía no llego. ¿Mamá hoy vamos al cine?

-no, ¡que cine ni que cine! Hoy no fuiste al colegio y aparte voy a llegar tarde, tengo mucho trabajo hija, mi jefe me pidió unas cosas y me tengo que quedar.

¡Ah! Y cuando llegue tu padre, decile que mañana me deje el auto…o mejor deja que lo llamo al celular. Chau, cuidate y no te mandes más cagadas ¿me escuchaste?

-si mami.

Pensar que ahora podría estar en el shopping. Supongo que cuando cumpla siete, me van a dejar ir sola, porque si espero a que mamá salga antes del trabajo voy a tener doce y todavía no voy a poder gastar los ocho pesos que me quedan en la tarjeta “Sacoa”, cuando todavía ni me subí a las tasitas locas.

No se por qué los grandes tienen que trabajar hasta tan tarde, están tan cansados que papá se va derecho a dormir. Además, el pobre se confunde de perfume y usa el de mamá. Lo noto siempre que me saluda al volver de su trabajo, más que nada, por el olor que tiene en la ropa.


.

martes, 20 de mayo de 2008

Viajar, interesarse y fotografiarse


"Viajar-digo: viajar- sería también el esfuerzo de interesarse en cosas perfectamente ininteresantes: creerlas atractivas. Y fracasar muy a menudo en el intento"

"Hemos comprendido: cada cual compone frente a la lente la imagen de si mismo que quisiera"

..."quien simula una sonrisa que tan barato durará años y años"

Caparrós, Martín, El interior.

En mi familia tuvimos muchas épocas, sobretodo, épocas de viaje. No se trataba de ir a la costa y quedarse mirando al bañero. tampoco me refiero a cambiarme de casa con la misma frecuencia que un gitano, esta vez, se trataba de agarrar el auto y viajar, ¿a donde? no sabíamos, apenas teníamos en claro que íbamos al sur de chile y con eso nos bastaba.

Mamá siempre nos decía que teníamos que hacer algo diferente, que lo divertido estaba en conocer lugares nuevos, que un viaje al sur, con todos los ríos, puentes y cerros que esto implica, seguro era divertido.

El trayecto te invitaba a pensar, o al menos a mí me daban ganas de hacerlo, porque Seba,

Marina y Lore-mis hermanos- aprovechaban el momento para dormirse sobre el hombro del otro, mientras yo, pegada a la ventana, miraba los viñedos, interminables parrales de uva secos por la fuerza del sol, y me preguntaba, qué tenía de divertido aguantar el calor en un Fiat duna con la ventana cerrada para que no entre la tierra.

Pasaron 6 horas y supongo que a todos se nos fueron las ganas de lo nuevo. A papá le molestaba la rodilla de Seba en su espalda y por otro lado con Mari empezamos a decir tres palabras que suelen enervar a cualquier conductor: “¿papá cuanto falta?”.

El tema es que no sabíamos cuanto faltaba, porque no sabíamos a donde ir, algo que escapa a lo común, pasa que la necesidad, o más bien costumbre de programarte la agenda, te permite cierta intolerancia a lo nuevo, al viaje inesperado. Por eso, como recurso para calmar nuestras ganas de un Parque de la costa con tres horas de fila pero con 4 minutos asegurados de diversión (cosa que no podía ofrecer el viaje, “diversión asegurada”) mamá nos dijo: ¿a qué lugar les gustaría ir?

- y…uno que tenga cerca un lago o un río

- o que tenga mucho verde

-un camping que tenga de todo ma’.

Entonces buscamos, el primero que visitamos tenía pileta, pero estaba lejos de todo- quizá por eso la pileta- así que nos fuimos en busca de otro y ahí es en donde el viaje toma la emoción que esperábamos. “bullileo”, así se llamaba el camping, dejamos las cosas y después de muchas estacas Sebastián y papá pusieron la carpa.

En familia, nos fuimos a explorar, qué lindo que es sentirse un aventurero, tal vez eso deba ser el viaje, una aventura. Por más simple que parezca caminar entre canelos y flores silvestres, ver al costado un río angosto con piedras atravesándolo y fijar la mirada en el único camino que conduce a la represa oculta, acompañado de un cartel que dice claramente: “peligro, no cruzar el puente” toma un aspecto emocionante. Sobre todo hacer lo que te pone en riesgo, como cruzar el puente, que de peligroso con el tiempo, no tenía nada, aunque en su momento el agarrarse de una cuerda y asegurarse de pisar en donde sí había una tabla de madera movediza parecía peligroso. la cuestión es que todo debe ser perfectamente atractivo, interesante y desafiante, eso es lo que busca todo viajero.

Fueron dos semanas de pura admiración. El viaje te propone agarrar la filmadora o participar del momento. En nuestra ambición de hacerlo todo, como buenos turistas, hicimos ambas y la verdad es que son más las veces que recuerdo el viaje, que las que me siento a ver lo que vivíamos en ese momento. Por eso me resulta penosa la gente que necesita atravesar los recuerdos con una foto, con una filmación. Dichosos los que recuerdan con anécdotas y charlan de ellas o mismo las reservan para si. Una foto, por lo general carente de toda espontaneidad existente, en donde como dice caparros se "simula una sonrisa que durará años y años" no es más que una farsa, el viaje que no se tuvo, el que se aparentó vivir y viajar por las apariencias además de caro es lamentable.



viernes, 2 de mayo de 2008

Cycling Cronicles: Landscapes the Boy Saw (Crónicas ciclistas: Paisajes que vio el chico)

En tiempos posmodernos, el arte y los alimentos de la canasta básica, parecen ser un lujo que no está al alcance del público humilde. Sin embargo, el BAFICI, organizado por el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se ocupó del primer asunto en cuestión. La venta de entradas de esta décima edición, estuvo, como todos los años, a precios casi “regalados”. Para ser más exactos, cuatro pesos presentando la libreta universitaria y seis pesos la entrada que prescinde de la misma.

Del ocho al veinte de abril, se pudo disfrutar del mejor cine independiente local e internacional a cargo del BAFICI (Buenos aires festival internacional de cine independiente) en las distintas sedes adheridas al evento.

El abasto, no podía estar fuera, así que hizo espacio en el Hoyts para dar lugar a Crónicas ciclistas: Paisajes que vio el chico.

El quince de abril, nos abrazaba un hermoso día soleado y mientras yo decidía a qué película dedicarle algo tan valioso como el tiempo, divise un cartel que parecía iluminarse para mí: Cycling Cronicles: Landscapes the Boy Saw 13:45 horas. Bastó revisar la sinopsis que ofrecía el cuadernillo de color celeste que tenía guardado en la mochila, para comprender que la película me calzaba como anillo al dedo. Inmediatamente hice la fila y comencé con mi rutina fatalista de creer que nada podía ser tan bueno y que seguramente las entradas estarían agotadas, pero no fue el caso.

Entrando a la sala doce, busqué la mejor butaca posible hasta recordar que casi todas en el Hotys, a excepción de las primeras, son las mejores. Mientras me iba acomodando, una empleada del BAFICI anunciaba que Wakamatsu, el director, pensaba presentar la película ese mismo día, no obstante, era un hombre mayor, había descendido del avión pocas horas antes del mediodía y se encontraba muy cansado como para presentarla. Después de esto, las luces comenzaron a bajar su densidad lentamente y con ellas el ruido de los celulares apagándose logró producir una semi-orquesta.

Luego de publicidades, adelantos, agradecimientos y auspiciadores la película comenzaba. Lo primero que se vislumbraba era una catarata de imágenes: una montaña nevada, la costa de Tohoku, varias rutas, el desierto y una bicicleta. Todas en diferentes fotogramas que pertenecían a momentos distintos pero que formaban parte de la historia de un mismo personaje: un joven asiático de pelo negro, delgado, de clase media y con 17 años, del cual hasta ese momento, sólo se sabía que viajaba en bicicleta, en dirección al norte.

La mirada del adolescente parecía perturbada de recuerdos y los mismos se mostraban brevemente como un flash back cortado y confuso.

Su silencio comunicaba más que cualquier palabra y los pedales nos enseñaban lo buscaba: alejarse, huir. A toda velocidad se dirigía al norte, con el fin de encontrar la paz que necesitaba a causa del crimen que se reconstruía a través del pasado mostrado toscamente: él había matado a su madre.

A partir de mi deducción, hecha a los veinte minutos de empezada la película, y no muy difícil de realizar por cierto, sólo me quedaba averiguar cómo la había matado, y si acaso, estaba arrepentido.


El viaje mostr
aba un aspecto liberador, pues el adolescente pedaleaba a todo pulmón, alejándose cada vez más de la zona del crimen cometido, llevándose el frío por delante, reflexionando en la orilla del mar, jugando al Game boy y topándose con personas que dejarían su dialogo plasmado en la pantalla.



Por momentos, se bajaba de la bicicleta y contemplaba el paisaje
que tenía por delante, como la montaña nevada que se mostraba imponente, para después, volver la mirada hacia atrás, en donde estaba su pasado, muy parecida a la misma mirada de los inmigrantes mexicanos cuando cruzan la frontera, si es que Bush no se interpone.

Llegando a una calle angosta y comercial, el chico se perdía entre la muchedumbre mientras el ruido fónico y los escasos efectos especiales aturdían hasta ser reemplazados por el sonido musical de un cantante asiático, que decía exactamente así: “¿por qué sigue con la multitud?... ustedes son sólo paisajes”. La música se intensificaba con la imagen de un cuervo comiendo basura al mismo tiempo que las personas cruzaban la calle como una estampida y la idea de un mundo agresivamente capitalista y carente de fraternidad alguna, cruzaba por mi mente.

En un restaurante del mismo lugar, un grupo juvenil comentaba las noticias que ofrecía el diario local, entre las mismas, se encontraba una seguidilla de casos en los cuales, los adolescentes, mataban a sus padres. Al instante se planteaba un debate intenso sobre los motivos que podían conducir al crimen, entre estos, los chicos argumentaban que los padres se habían vuelto insoportables al punto de ser lógica esta imperdonable acción. A todo esto, yo me preguntaba si en Japón no existía el dicho: “más malo que pegarle a la madre”.

El adolescente fugitivo seguía su camino pasando por un túnel largo y oscuro. En ese momento la sensación de soledad, de no saber a donde ir, podía llegarle a cualquiera. La música tomaba protagonismo y nuevamente cantaba nuestro asiático desconocido: “no tengo lugar donde quedarme…de nada sirve correr…yo corro porque quiero correr”. Un coche fúnebre pasaba por la misma ruta que el pequeño y las rosas que adornaban el techo de los autos que lo cortejaban, mostraban la perdida de un ser humano.

La imagen difusa de una mujer asiática vestida de negro invadía la escena y el cuarto de una habitación hacía pensar que la mujer era su madre y que la habitación formaba parte de su hogar. Recuerdo que la sensación que generaba en el espectador, o al menos en mi, era una lastima profunda, el pequeño no decía estar arrepentido, pero sus recuerdos demostraban una culpa inmensa y no se veía en él, al típico chico rebelde y agresivo que en un acto de locura cotidiana terminaba por matar a su madre, sin embargo, el fin era el mismo, él la había matado con un bate de béisbol y sacando este sanguinario crimen de por medio, su mirada perdida no te permitía juzgarlo, más bien te inducía a tratar de comprenderlo, por difícil que fuera.

El personaje se detuvo un momento, bajo de la bicicleta y entabló una interminable conversación con un anciano que le hablaba de la guerra, de lo poco que dejaba vivo una vez terminada y de la angustia que le generaba pensar como se olvidaba el patriotismo y era cambiado por los intereses personales. Sus últimas palabras luego de un discurso político intenso le recomendaban al joven aprovechar su juventud, viajar hasta donde pudiese en bicicleta y no perjudicar con sus acciones al prójimo. El chico, con la cabeza mirando al suelo, parecía recordar una vez más, el error que había cometido.

En definitiva, con el correr de la cinta, el japonés pasó de ser un victimario a ser una victima del sistema de estos tiempos. Nunca explicó porque la había matado, ni dijo estar arrepentido, pero bastaba verle el rostro para sentir en carne propia el remordimiento que tenía. A esta altura, me atrevería a decir que el chico sólo reflejaba y explotaba la agresividad del sistema imperante, en donde los valores, el afecto, la contención y el raciocinio, fueron a parar a los billetes y no a la familia.

miércoles, 23 de abril de 2008

"Viajar o redescubrir"

La crónica no debe ser ficción. en base a esta premisa, una crónica puede ser: el resultado de un viaje lejano, lleno de problemáticas ajenas a nuestra sociedad o una mirada más minuciosa y observadora de lo que ocurre en nuestro entorno, logrando así un buen relato sin la necesidad de búsqueda e indagación que requiere el viaje lejano.
Quizá de ambas se logre una crónica digna de admiración, pero lo cierto es que de un viaje lejano se puede conocer un mundo completamente distinto del nuestro el cual deja a simple vista, experiencias más exóticas en un texto, que la simple idea de buscar entre lo ya conocido, un pedacito que reinterpretar y redactar. Sin embargo, reinterpretar el mundo es una tarea inacabable, debido a sus infinitas perspectivas disponibles conocidas y no conocidas. Por ende no es menos importante o enriquecedor buscar desde nuestro lugar diferentes formas de decir o dar forma a una crónica utilizando todo lo que pase por cualquiera de nuestros sentidos.

miércoles, 16 de abril de 2008

Larga distancia


"
OTRAS VECES LOS VIAJES RESULTAN como aquella noche en yang shuo, cuando pedí perro. ya me estaba yendo. me quedaban si acaso dos o tres días en China y hasta entonces me había resistido a la obligación. Recordaba a menudo la impresión de leer, siete u ocho años, un relato más o menos minucioso de Salgari en algún tomo de Sandokán de una cena de perro en un piringundín chino de la de malasia y sabía que tenía que hacerlo, pero me daba repeluz, y difería el momento. Esa noche, en el restorán del hotelito de Yang Shuo, no había nadie; tenían un menú en inglés y, cuando vi que ofrecían perro, no encontré ninguna razón para no pedirlo. La camarera me miró curiosa.

Era casi imposible explicárselo. Me seguía pareciendo duro comer perro, pero me parecía duro que me lo pareciera: tuve que pedirlo. El viaje necesita de esas malas copias de la aventura, el viaje impone por momentos la obligación de lo distinto. El viaje impone sus obligaciones si uno está en China, supone que debe hacer ciertas cosas diferentes que sólo China ofrece. Hace años, cerca de El Cairo, unos camelleros ofrecían camellos viejos para pequeñas cabalgatas por el desierto. Yo tenía calor, no tenía dinero, alguien me había dicho que el paseo no era nada interesante. Un camellero más insistente que los otros me mantuvo el asedio, y su argumento era la esencia de esta idea del viaje.
-Señor, seguramente nunca más tendrá la oportunidad de hacer esta travesía.
Y mi postal de Egipto nunca estaría completa, y nunca podría volver a mirar lawrence de Arabia cara a cara. Hay que cumplir con los mitos. Y, en el mejor de los casos, el viaje es un choque entre los mitos previos y los que uno se está construyendo en ese momento.
Al cabo de unos minutos volvió la camarera; era una adolescente torpe sobre sus tacos altos y muy bella en la falda de seda larga con su largo tajo en el costado, y algún rubor en la cara sin afeites: me dijo, avergonzada, que el perro se les había terminado. Ahora, cuando recuerdo mi alivio, sospecho que en realidad nunca tuvieron perro, porque los viajeros no son las únicas víctimas del viaje."

Martín Caparrós.


En el texto mencionado el yo poético del autor describe una situación que sin la necesidad de ir a China podemos demostrar desde buenos aires.

Seguramente algún turista dirá que es imposible estar en buenos aires y no escuchar un tango de Gardel, que forma parte de nuestra cultura, de lo que nuestros oídos se cansan de escuchar.

Probablemente el guía turístico se encargue de mostrarle murales, remeras, restoranes y pinturas con la cara de Carlos Gardel, indicando la importancia del personaje. No niego en lo absoluto su trascendencia, pero recordemos que hoy en día los argentinos escuchan más reggeton que tango y que son los menos, caminando por San Telmo o Florida y Lavalle. Sin embargo, cada turista se va con la impresión de habernos conocido, de haber comprendido nuestra cultura, llevándose a Gardel en un CD mientras nosotros seguimos tarareando otra cosa, aunque en algunas ocasiones, vayamos para a algún café de plaza Dorrego, para conocer irónicamente, nuestra identidad.